Mantener inventario cuesta dinero. Ya sean sacos de plástico apilados al lado de la máquina para ser inyectado, tomates en una nevera de un restaurante, o pantalones en un camión esperando su transporte, es dinero almacenado. Además existe la posibilidad de que si hay una inundación, entran bichos, o simplemente se pasa de moda, pierde su valor.
Lo más fácil sería que no fuera necesario mantener ese material almacenado, pero claro eso tiene otros costes asociados. No te puedes quedar fuera del negocio por no tener ruedas para fabricar más coches o cerveza para servir un día caluroso. De ahi el Sistema de producción Toyota, precursor del «Lean manufacturing» o la Teoría de las restricciones o limitaciones (Theory of Constraints, TOC).
Pero, ¿esto también sucede cuando hablamos del desarrollo de un producto digital?
Pues si, que no sea un producto físico y tangible, no significa que no tenga grandes costes asociados.
En cada una de las etapas por las que pasa el código antes de llegar al consumidor final, es «producto almacenado». Desde la User Story definida por el product owner, hasta el tiempo que un tester se pone a probar el código desarrollado, es material almacenado.
El coste del inventario de código es enorme.
En algunos casos pueden tardar meses en llegar a las manos del consumidor final. Esto puede ser la diferencia entre sacar al mercado un producto novedoso o estar constantemente copiando a los más vendidos. Y es que ser el primero muchas veces marca la diferencia en un mercado donde los consumidores están constantemente pensando en la siguiente novedad.
Y dado que los recursos que normalmente se disponen en las empresas son escasos, es muy importante focalizar y no perder tiempo en escribir algo que no va a ser utilizado o salir a producción.
Backlogs
Durante el desarrollo de un producto digital pueden surgir muchas ideas de funcionalidades que jamás llegan a ver la luz. Tal cual vienen, ya sea en una sesión de grooming o porque un cliente o alguien de la empresa hizo una sugerencia, se escriben y se almacenan en un backlog.
El problema es que el 90% de las cosas que están en el backlog nunca se implementarán. NUNCA.
Por ello cada minuto que se gasta escribiéndolas, detallándolas, diseñándolas o discutiéndolas es tiempo desperdiciado.
La mente es compleja, y como describe la metodología GTD® (Getting Things Done® de David Allen) es mejor poner algo por escrito y dejar de pensar en ello, que no tenerlo rondando por la cabeza y estar inquieto. Pero debe almacenarse en el lugar correcto y de la forma correcta. A lo mejor una línea de texto en la herramienta que uses de forma personal como PO bastará para almacenar esas ideas que jamás se programarán.
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